La calidad de nuestra relación con el ambiente, grandemente abusiva y depredadora en lo que refiere a las sociedades industrializadas, sirve como espejo de nuestra salud mental. De igual manera, la viabilidad ecosistémica depende en gran medida de relaciones más sanas con nosotros mismos, que naturalmente consideran la Tierra viviente como fuente de profundo sustento.
Las eco-psicologías nos alertan de la gran importancia de hacernos conscientes de la intimidad existente entre la mente humana y la naturaleza. Al develar la unidad mente-ambiente, estas propuestas asisten en la virtuosa reciprocidad de la sanación del humano y los ecosistemas que le acogen.
Las psicologías al servicio de la vida nos llevan a recobrar la vitalidad propia de una psique silvestre, saludable y más en armonía con su entorno. De esta manera, la Tierra sirve como guía y doctora en el viaje de auto-descubrimiento y plenitud personal, al tiempo guiando la viabilidad y regeneración de nuestra casa común.
